Los enzimas
son biomoléculas especializadas en la catálisis de las reacciones químicas que
tienen lugar en la célula. Son muy eficaces como catalizadores ya que son
capaces de aumentar la velocidad de las reacciones químicas mucho más que
cualquier catalizador artificial conocido, y además son altamente específicos
ya que cada uno de ellos induce la transformación de un sólo tipo de sustancia
y no de otras que se puedan encontrar en el medio de reacción.
Este concepto
poco difundido casi hasta el siglo XX, se ha desarrollado y concretado cada vez
más, y constituye un componente esencial de diversas disciplinas: la
microbiología, la fisiología, la bioquímica, la inmunología y la taxonomía,
formando además parte del campo aplicado, en gran variedad de industrias. El
rasgo particular de las enzimas es que pueden catalizar procesos químicos a
baja temperatura, compatible con la propia vida, sin el empleo de sustancias
lesivas para los tejidos. La vida es, en síntesis, una cadena de procesos
enzimáticos, desde aquellos que tienen por sustratos los materiales más
simples, como el agua (H2O) y el anhídrido carbónico (CO2), presentes en los
vegetales para la formación de hidratos de carbono, hasta los más complicados
que utilizan sustratos muy complejos.
La formación
de los prótidos, los glúcidos y los lípidos es un ejemplo típico: Son a la vez
degradados y reconstruidos por otras reacciones enzimáticas, produciendo
energía a una velocidad adecuada para el organismo, sin el gasto energético que
exigen los métodos químicos de laboratorio.